Sunday, April 8, 2018

WILLIAM WALLACE Y LA INOPORTUNA COMPAÑERA DE BATALLAS

Mi joven compañero de batallas, pemítele a este viejo que te cuente un secreto y que -al mismo tiempo- te dé un consejo (a tí y a todo aquel que quiera escucharme o -más bien- leerme) mediante una historia personal:

Lo recuerdo como si fuera ayer. Era la mañana del 11 de septiembre de 1297, cuando me preparaba para la batalla del puente de Stirling. Yo estaba en mi tienda del campamento, sentado en mi camastro para atarme los cordones de las botas cuando -de repetente- sentí una presencia extraña.

Al principio pensé que era mi fiel amigo Andrew de Moray, quien solía gastarme bromas mañaneras (algunas de mal gusto), pero, entonces, me dí cuenta de que el bueno de Andrew estaba en la otra punta de la tienda (¡cómo hecho de menos a ese b...!, quién me iba a decir que en pocas horas dejaría este mundo). 

Esa extraña presencia, se volvía cada vez más pesada y no sabía muy bien de qué se trataba. Entonces le pregunté:

-¿Quién eres?
-Soy la Pereza. Me respondió.
-¿Qué quieres?. Le dije con rudeza norteña.
-Tan sólo quiero acompañarte. No quiero que estés sólo en la batalla.  
-¡No te necesito!, ¡ya tengo a mis hombres!
-No te pienso dejar y, además, te adelanto una cosa: si sales de Stirling con vida, te acompañaré hasta el último de tus días.
-No entiendo porqué me haces esto.
-Muy sencillo: tanto yo, como el miedo, el entusiasmo u otros seres que irás descubriendo, tenemos la misión de recordarte que estás vivo.

En ese momento no entendí esas raras palabras. Ganamos en la Batalla del Puente de Stirling, pero la Pereza nos siguió acompañando, en Falkirk, Roslin, Methven, Banockburn, etc. hasta la última de las batallas.

Así pues, acepta la pereza como compañera en este viaje que es la vida, escúchala: siempre tendrás presente que eres humano ¡y eso es magnífico!, pero no permitas que ella domine tu voluntad; déjale claro su sitio y encontrarás la victoria.         


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