Sunday, April 12, 2020

EL MILAGRO ESPERADO (Por Juan M. Balmes)

10 de abril de 2020, Málaga.

Esta mañana, como de costumbre, he puesto la radio para escuchar las noticias, y cuál ha sido mi sorpresa que había un programa que narraba con gran maestría y en primera persona un Evangelio apócrifo sobre Jesús niño, preguntándose qué quería decirle aquel ángel que en sueños le manifestaba su misión al llegar su adultez. 

Con una bella música de fondo los días pasaban mientras su madre ante su pregunta guardaba silencio. Un día pasó un soldado romano y le acarició el pelo diciéndole "pequeño judío"... al verlo, su cabeza se llenó de aventuras ¡Quería ser soldado de mayor!

Un día encontrándose con el alfarero del pueblo, se lo contó. Éste le llevó a una planicie y mostró a los soldados romanos desnudando y crucificando a decenas de hombres entre sangre y gritos de dolor. A partir de aquel día cesaron los sueños con aquel ángel que le anunciaba su destino.

Posteriormente, desde Ávila, ciudad de Santa Teresa, comenzó un Vía Crucis, y lo he escuchado.

Hoy he descubierto después de treinta años en la Iglesia, el verdadero sentido del viernes Santo y por ende, del sábado. Cesan las noticias, los programas, las tertulias  porque la verdadera noticia, ¡la única noticia! es que en la Torre Antonia, hoy Jesucristo esperaba su juicio, sólo y abandonado por los suyos. Hoy será flagelado hasta el escarnio; hoy será crucificado y muerto a la hora nona:

«Y se cubrieron de luto los montes, a la hora nona. 
Se rasgó el velo del templo, a la hora nona. 
Dieron gritos las piedras en duelo, a la hora nona. 
Y Jesús reclinó la cabeza, a la hora nona.
Hora de gracia, que dios da su paz a la tierra por la sangre de Cristo.
Levantaron sus ojos los pueblos, a la hora nona.
Ventiun cristianos coptos degollados a orillas del mediterraneo, a la hora nona.
Reos de muerte por ser seguidores de la cruz, a la hora nona.
¡Terrible delito! sentenciaban sus verdugos del ejercito islámico, a la hora nona.
Y los pueblos contemplaron en ellos al que traspasaron, a la hora nona.
Quien lo vió da testimonio de quince mil españoles que hasta hoy han muerto por coronavirus, a la hora nona.
Hora de gracia en que dios da su paz a la tierra por la sangre de Cristo».



¿Qué paz es esta? Estamos inquietos, estamos mal, estamos instalados en el sufrimiento por nuestros pecados. Si lo pensamos bien, si lo miramos desde la Verdad, si ponemos frente a nosotros la Palabra del Señor, nos daremos cuenta que todo cobra sentido. Que cada sufrimiento, por acción u omisión tiene ahí su explicación. ¡Esa es la Paz que Dios nos da, pues ha habido UNO que hoy ha pagado por nosotros ante el Juez de la eternidad.

Hoy hemos sido amados hasta el extremo; hoy aquel insulto que pronunciaste, aquel empujón que diste,
aquellla murmuración que hiciste, aquello que te llevaste, aquella idolatría que tuviste, aquello que sólo
tú sabes que hiciste mal, aquellas cosas han colgado de una cruz marcadas a sangre en la carne del Hijo
de Dios porque ¡hay justicia! y el Justo ha pagado por ti y por mí.

Si vivimos este viernes y sábado Santos mirándonos así, frente a Él, sentiremos la necesidad de perdir
perdón y de ser perdonados en el Amor que nosotros no podemos dar. Sentiremos la necesidad de mirar
a la cara del hermano y decirle concretamente porqué le pedimos perdón.

Por eso ha de existir el silencio, por eso Dios ha preparado este Kairós, y ha dejado al mudo, callado.

Después de treinta años, he descubierto que hoy viernes, es necesarion que me plante ante la Cruz y haga
silencio, ¡verdadero silencio!... si lo consigo hacer, escicharé a Cristo decirme "Dame tus pecados, tus
angustias, tus miserias"... Si lo consigo hacer, haré Pascua con elSeñor porque el Ángel de la muerte
pasará pero al ver las jambas de mi puerta impregnadas con la sangre derramada por mí, no tendrá poder
sobre mí, porque Él ha vencido a la muerte.

Entonces, esta Pascua será diferente a las pasadas, no será un suceder de lecturas y cantos proclamados
con mayor o menor acierto,... será por primera vez ¡auténtica! Porque habré dejado a mi hombre viejo
en el sepulcro y habré resucitado con Cristo, y podré decir con el corazón hendido... ¡
VERDADERAMENTE HA RESUCITADO!

Ojalá el Señor nos conceda hacer silencio frente a la Cruz.

Vuestro hermano en la fe.

Juan M. Balmes.


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